LA CÓRDOBA AFRO

Muchas veces olvidados, otras veces invisibilizados, los africanos son también parte importante del ser cordobés y argentino. Casi a la par de la fundación de Córdoba el 6 de julio de 1573, fueron llegando y se incorporaron a la vida cotidiana de la naciente ciudad así como de distintos lugares del país. Claro que no llegaron a probar suerte, ni de paseo, sino como esclavos.

Cuenta la Licenciada en Historia Liliana Crespi en “El comercio de esclavos en el Río de la Plata. Apuntes para su estudio” que “El primer ingreso de esclavos a Buenos Aires se produjo hacia 1585 cuando el Obispo de Tucumán, Francisco de Vitoria, obtuvo un permiso para importarlos del Brasil. De esta forma quedó iniciada una nueva ruta marítima que suplantaría con el tiempo la terrestre de Asunción”. (Molina Raúl, 1958).

También que “A partir de 1590, se registraron en Córdoba siete compañías comerciales negreras, que partiendo desde Buenos Aires llegaron a Angola para adquirir esclavos destinados al mercado rioplatense”. (Assadourian Carlos, 1966).

En medio de ello, el 27 de abril de 1588 ocurrió en Córdoba la primera venta de esclavos. Un vecino de apellido López Vásquez Pestaña le vendió a otro, de nombre, Francisco Salcedo dos esclavos.

Un poco de historia

Marcos Javier Carrizo, quien es historiador, docente de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC) y miembro de la Mesa Afro Córdoba, viene trabajando desde hace años en mostrar que fue de los africanos en suelo cordobés.

Tanto en su libro “Córdoba Morena” (publicado en 2010) como “África en Córdoba” (2018) Carrizo explica un montón de situaciones, a veces desconocidas, y de gran relevancia para la historia africana en la provincia.

“En la región el tráfico regular de personas esclavizadas se da hacia tres grandes mercados como Potosí, Lima y Chile. En el caso de Córdoba se compraban las personas en el puerto de Buenos Aires, luego las traían y en el mercado se las revendían a alguno de estos tres destinos. Es decir, la provincia se desempeñaba como una plaza revendedora”.

“A este proceso se le suma la instalación de todas las órdenes religiosas quienes serán los mayores esclavistas de América. A la hora de su expulsión, los Jesuitas (estuvieron en Córdoba desde 1599 a 1767) tienen alrededor de 18 mil esclavos, las estancias en definitiva eran cárceles para los africanos y afroamericanos”.

En una nota que le realizaron en 2014, en el diario La Voz del Interior “Negros en Córdoba, la memoria oculta” y ante la pregunta de dónde se instalaron y a que se dedicaban los africanos, Carrizo decía que:

“Principalmente en casas de la elite cordobesa y luego en los barrios, por un lado, en “El Abrojal” (luego barrio Güemes) donde muchos mestizos se dedicaban al oficio de zapateros, y en barrio “El Congo”, entre Paraná e Independencia, donde vivía la mayoría de los artesanos. También en las estancias jesuíticas, en la zona de Santa Catalina, La Candelaria, en Alta Gracia, Jesús María, Colonia Caroya, y en todas las órdenes religiosas de la ciudad de Córdoba. Para entonces, Córdoba era una aldea de 10 cuadras por 10 cuadras, desde Paraná hasta la Cañada, de este a oeste, y de norte a sur desde calle Santa Rosa hasta bulevar San Juan. Lo demás estaba todo rodeado de barrancas y límites naturales”.

“Gran parte de la ciudad dependía de la mano de obra esclavizada afromestiza. Realizaban actividades productivas artesanales, había zapateros, herreros, carpinteros, sastres, sombrereros, además del trabajo doméstico. Algo que no aparece en el registro son los albañiles. Sabemos que las obras de las manzanas jesuíticas, por ejemplo, las hicieron ellos. Hacían sobre todo el trabajo manual y había un sector de mano de obra calificada, como es el caso de los músicos, que eran muy importantes en las iglesias”.

Tan importante fue la presencia africana que para el año 1778, el censo determinó que el 44% de la población de Córdoba era de ese origen. ¡Casi la mitad de los habitantes!.

En la imagen más abajo se puede ver un fragmento del Censo del año 1813 en la ciudad de Córdoba que muestra datos de esclavos.

Allí aparecen dos mujeres “españolas” y luego 9 esclavos apellidados “Solares”. El primero de ellos es el mayor -30 años- es el único casado, es cordobés, “Mulato” y de profesión sirviente. Los dos siguientes llamados José Manuel y José María, de 20 y 16 años, son nacidos en África (en Angola), también son sirvientes y de clase “Negro”. El resto de los esclavos tienen de 2 a 19 años de edad, son cordobeses de nacimiento y de clase “Pardos”. Pedro de 16 años tiene como profesión “Sastre” y el pequeño Eusebio de 8 años figura como “Zapatero”.

La pertenencia étnica en los censos y el fin de la esclavitud

La web oficial del INDEC (Instituto de Estadísticas y Censos de la República Argentina) hacía un repaso histórico en 2016 sobre la temática de las estadísticas étnicas y la diversidad cultural. De ella reproducimos una parte:

“En 1813 la Asamblea General Constituyente (Asamblea del Año XIII) dio forma de ley a la Libertad de Vientres (hijos de esclavos que nacían libres) y terminó aboliendo la esclavitud y los títulos nobiliarios. Esta ley actuó como una derivación natural de la prohibición del tráfico de esclavos establecida a partir de 1812 para el territorio de las Provincias Unidas del Río de la Plata. Ese mismo año se realizó una “Razón de los esclavos existentes en cada cuartel, útiles para tomar las armas”. Otro registro formal se llevó a cabo en 1816, cuando el Gral. San Martín dispuso la ejecución de un “censo de los esclavos negros” para su posible reclusión militar: la población afro ascendía a 400.000 personas”. (Corbiere, 2002).

De todas formas, en la práctica, el fin de la esclavitud no se daría de un día para el otro sino que tomaría algunos años hasta erradicarla definitivamente. Para mediados del siglo XIX la pregunta étnica en los censos también era dejada de lado y se notaba un exaltado interés oficial por lo europeo para propiciar una única “Raza blanca”. El informe del INDEC recordaba que:

“Más tarde, en 1895, el Segundo Censo Nacional consideró innecesario realizar preguntas o investigaciones referentes a la pertenencia étnica de los individuos por considerarlas “sin mayor interés social” (Masse, 2003). Así lo expresaba Gabriel Carrasco, uno de los responsables del Segundo Censo Nacional:

“La cuestión de las razas, tan importante en los Estados Unidos, no existe pues en la República Argentina, donde no tardará en quedar su población unificada por completo formando una nueva y hermosa raza blanca producto del contacto con todas las naciones europeas fecundadas en el suelo americano” (Gabriel Carrasco, Segundo Censo Nacional, Tomo II p. XLVIII).

El Censo de 2010

Hubo que esperar muchos años hasta que un censo oficial de población tuviera en cuenta a las minorías étnicas en Argentina como los pueblos originarios (2001) e incorporara al cuestionario también a los afrodescendientes.

Fue en el Censo Nacional del año 2010 cuando se tomó en cuenta la ascendencia africana, incluyendo un punto donde se preguntaba como se autoreconocían las personas que componen un hogar afrodescendiente.

Los números dieron que 149.493 habitantes se percibían o se declaraban como africanos o descendientes de ellos. Aunque organizaciones que los nuclean en el país estiman que en la República Argentina viven alrededor de 2 millones de personas de ese origen. Ver “Los otros barcos” en la secciónLos Barcos“.

Los resultados del censo dicen que en la Argentina de 2010 existían 62.642 hogares con al menos una persona que se reconoce como afrodescendiente.

Su gran mayoría (el 92%) eran nacidos en Argentina y un 8% en el exterior.

De los extranjeros casi el 85% era proveniente de distintos países del continente americano destacándose Uruguay (20,8%), Paraguay (16,1%), de Brasil (14,2 por ciento), Perú (12,5%) y Bolivia (9,51%).

Los censistas consultaban a las personas si se declaraban como afrodescendientes o si tenían antepasados de origen afrodescendiente o africano (padre, madre, abuelos/as, bisabuelos/as, etc).

De los casi 150 mil que confirmaron ser afrodescendientes en el país, la mayoría reside en la provincia de  Buenos Aires. Los porcentajes más importantes por región fueron los siguientes:

  • Buenos Aires: 34,4 por ciento (22,4% en el Gran Buenos Aires y el resto en el interior provincial).
  • Ciudad Autónoma de Buenos Aires: 11,3%
  • Entre Ríos: 6,8%
  • Santa Fe: 6%
  • Córdoba: 5,5%
  • Mendoza: 2,5%
  • Chubut: 2,3%
  • Salta: 2%.

En una nota publicada en el diario Página 12, el 30 de junio de 2012, Federico Pita, entonces titular de la DIAFAR (Diáspora Africana de la Argentina) en Buenos Aires y que nuclea a afrodescendientes contaba que “Previo al censo, participamos en una campaña de sensibilización en distintas provincias. No hace más de 20 años que se utiliza el término ‘afrodescendiente’, y en nuestra recorrida procuramos instalarlo. Se optó por utilizar este término políticamente correcto, que empleamos los activistas y que tiene un alcance político muy fuerte: designa a personas de ascendencia africana, lo cual en la inmensa mayoría de los casos se originó en la esclavitud”.

La DIAFAR es un conjunto abierto de personas organizadas legalmente en torno a una asociación cívica compuesta por la diáspora africana y personas comprometidas en una mejor comprensión del legado y la presencia africana en el particular contexto de la Argentina. La organización se define como un grupo inclusivo, no partidario, no religioso y en contra de todo tipo de discriminación o prejuicio (es decir, un juicio sobre otras personas o grupos de personas anterior a su conocimiento, o sustentados en una generalización a partir de situaciones particulares).

Afrodescendientes que hicieron historia

Ejemplos de personas de color que hayan luchado por el incipiente país que era Argentina a principio del siglo XIX hay muchos. Sólo por recordar algunas podemos hablar del conocido Regimiento Militar de Pardos y Morenos que participó en muchas de las campañas militares de la Guerra de la Independencia en lo que se denominaba aún como “Provincias Unidas del Río de la Plata”.

Al regimiento lo formaban soldados de “castas” que no eran otra cosa que mulatos libres y negros libertos. Actualmente en la ciudad de Córdoba hay una calle “Pardos y Morenos” que los recuerda en barrio Crisol Norte.

Otro caso emblemático es el de María Remedios del Valle (Luego Rosas). A ella se debe que desde el año 2013 y por la Ley 26852 se conmemoren todos los “8 de Noviembre” como el “Día Nacional de los/as Afroargentinos/as y de la Cultura Afro” en el país.

Nacida en Buenos Aires entre 1766 y 1767 y de origen africano, María Remedios fue una militar que participó de diversas gestas a comienzos del siglo XIX. Fue una de las llamadas “Niñas de Ayohúma” (aquellas que asistieron al ejército del Gral. Manuel Belgrano en la derrota en esa zona de Potosí a fines de 1813). Antes, en 1806 y 1807, fue auxiliar en las Invasiones Inglesas y tras la Revolución de Mayo de 1810 fue también combatiente en el Ejército del Norte que batallaba por la Independencia Argentina de España. Fue parte del “Éxodo Jujeño” y de varias batallas trascendentales como las de Salta y Tucumán según cuenta el historiador Felipe Pigna en su obra “Mujeres tenían que ser”.

En esas circunstancias de guerra perdió a su marido y dos hijos, fue herida de bala, tomada prisionera y humillada mediante azotes públicos. Más de una vez pudo ser fusilada. Años después por su destacada labor obtuvo el grado de “Capitana”, fue conocida como la “Madre de la Patria” y de la mano de Juan Manuel de Rosas ascendida al rango de sargento mayor del Ejército.

La “Parda María” como era conocida en vida falleció en 1847, posiblemente un 8 de noviembre, fecha que se toma como referencia para la conmemoración de toda la cultura africana en Argentina.

Córdoba tiene su propio día Afro

Además del 8 de noviembre como festejo nacional, Córdoba tiene su propio día para recordar a los primeros africanos que llegaron a la ciudad.

En noviembre de 2017, los integrantes de la Mesa Afro Córdoba obtuvieron la promulgación de la Ordenanza Municipal Nro. 12735 que instituye al 27 de abril como “Día de la Cultura Afrocordobesa”, por parte del Concejo Deliberante de la Ciudad de Córdoba. Allí se instruye para que esta fecha se incorpore a los contenidos curriculares de la provincia y se divulgue la conmemoración de esta fecha para promocionar la cultura afroamericana.

Marcos Javier Carrizo (Mesa Afro Córdoba) aclara sobre esa fecha que sirve de hito: “El 27 de Abril de 1588 recordamos a Pedro y Giomar, dos esclavizados “Angolas” que fueron vendidos en Córdoba. En ellos encontramos a los referentes más antiguos de la presencia africana en nuestro hogar y con ellos su cultura, que hoy es también la nuestra”.

En 2018 publicó “África en Córdoba”con la idea de que sirva como una herramienta para trabajar en los colegios contando la historia de éstos ancestros esclavizados.

¿Dónde están los descendientes afroamericanos?

Si bien se dan varias razones para demostrar el porqué de su “ausencia”, la mestización parece ser la más importante. La llegada de inmigrantes europeos desde mediados del siglo XIX fue en aumento haciendo que los africanos, ya mestizados y menos visibles, quedaran con un porcentaje de población mucho más pequeño en relación a ellos.

Si a eso le sumamos las guerras, las epidemias donde la población más pobre solía ser la más diezmada, la alta mortalidad infantil y el claro discurso político oficial de “blanqueamiento del país” se entiende que la población negra no desapareció sino que se fue mezclando paulatinamente con el resto.

Cuenta Carrizo que “Hay rasgos fenotípicos en la población cordobesa que están presentes al día de hoy. Así lo demostró el estudio de Maia Pauro, El ADN mitocondrial en poblaciones cordobesas , que llevó a cabo junto con el museo de Antropología. Lo que desaparece del negro es el color oscuro de la piel, por el mestizaje, pero los rasgos físicos están”.

“Lo veo en la calle, los rasgos fenotípicos están presentes a través del pelo enrulado, la nariz ancha, la altura, la boca carnosa, los ojos redondos y grandes”, afirma.

Los apellidos de los esclavos

Basándonos otra vez en “Antroponimia Hispanoamericana“, obra del historiador y genealogista cordobés, Prudencio Bustos Argañarás, y presente en la web “Real Academia Matritense de Heráldica y Genealogía” reproducimos su punto 8 donde habla de los Apellidos en esclavos:

“En la América española los esclavos solo llevaban al comienzo el nombre de pila que se les imponía con el bautismo. Al mencionarlos en las escrituras públicas solía añadírseles el de su lugar de procedencia –como Angola, Guinea, Congo, Canungo Capitango, si eran africanos–, u otros apelativos cuyo origen desconozco, como los casos de Agustín Tutu, Antonio Alcaldero, Juan Pandy, Juan Canbundo, Antón Zuqui, Antonio Moncholo, Francisco de Cala o Isabel Mesra. Esta costumbre no perduró sin embargo en el tiempo y por cierto tales agregados no pueden considerarse aún apellidos. Estimo que se trata de un apelativo semejante a los mencionados el del negro Manuel de Alegría, de 44 años, esclavo de doña Bernarda de Cabrera en Costasacate, en el año 1693.

Recién a mediados del siglo XVIII comienza a generalizarse entre los esclavos el uso de un apellido español, por regla general el del amo. Los primeros que he hallado en Córdoba son José Tomás Baigorrí, “mulato azambado” de 26 años “poco más o menos”, esclavo del capitán don Gabriel de Baigorrí, fugitivo en Catamarca, al que su dueño vendió el 12 de noviembre de 1744 en 280 pesos al maestro don Juan de Adaro y Arrázola, cura rector de San Fernando del Valle de Catamarca.

Y el pardo Tomás Garay, esclavo que fue del difunto fray Juan de Garay O.P., que el 30 de octubre de ese mismo año pidió ser tasado para comprar su propia libertad.

Existen familias procedentes de esclavos, que tomaron como apellido un nombre vinculado a la institución a la que pertenecían. He detectado varios en Córdoba, tales como Monserrat, Sena, BelénGuzmánAsís, y Loreto, indicativos del convictorio de Nuestra Señora de Monserrat, el monasterio de Santa Catalina de Sena (o Siena), el hospital San Roque (administrado por la orden de los Hermanos de Nuestra Señora de Bethlehem, o betlemitas, fundada en Guatemala en el siglo XVII por Pedro de Betencourt), el convento de Santo Domingo (por su Fundador, santo Domingo de Guzmán), el de San Francisco, por el lugar de nacimiento del santo, y el seminario de Nuestra Señora de Loreto respectivamente. Al menos en el caso de Monserrat cabe aclarar que no es exclusivo, ya que existen también familias de origen catalán que lo llevan.

También los hubo con el nombre del monasterio al que pertenecían, como San Francisco, La Merced, Santa Teresa, etc., que solían ir precedidos de la preposición de, al igual que los que me suministra María del Carmen Ferreyra, Jesús y Lorca, el primero correspondiente también a los esclavos del monasterio de carmelitas (por Santa Teresa de Jesús), y el segundo a los de los mercedarios, probablemente a causa de la donación que recibieron de parte del teniente de gobernador Andrés Jiménez de Lorca.

He encontrado, también en Córdoba, dos esclavos de apellido Patria, Juan Antonio y José Antonio de la Patria, tal como figuran en sus expedientes de soltería tramitados ambos en 1817″.                                           

La Ruta del Esclavo

Éste proyecto promocionado por la UNESCO (Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura) fue propuesto por Haití y dio comienzo en el año 1994 en la ciudad africana de Ouidah (Ex Ajudá), en Benín. Se denominó “La Ruta del Esclavo: resistencia, libertad, patrimonio”. Y tiene entre sus ideales: 

“Bajo la orientación de un Comité Científico Internacional, el proyecto persigue sus acciones para alentar nuevas investigaciones sobre regiones desatendidas, definir nuevos enfoques para la enseñanza de esta historia, elaborar nuevas guías para la identificación, la preservación y la promoción de sitios e itinerarios de memoria relacionados con la trata negrera y la esclavitud, promover las contribuciones de las personas de ascendencia africana a la construcción de las sociedades contemporáneas y para conservar los archivos escritos y el patrimonio inmaterial vinculado con esta historia.”        

La Ruta del Esclavo también tiene su Grupo Córdoba que se reúne periódicamente desde 2010 como lo explican en su página web. Éste equipo está conformado por instituciones públicas, académicas, investigadores, sociedades civiles y organizaciones interesadas en la planificación y ejecución del proyecto. Además, se explayan sobre su labor:

“Entre los objetivos y propósitos del grupo se destacan: identificar los sitios de memoria tangible e intangible más relevantes de Córdoba, a fin de inventariar, preservar y promover esos sitios trazando itinerarios histórico / culturales vinculados a la trata de negros y a la esclavitud; unificar criterios sobre el tema, mediante la recopilación de información y bibliografía actualizada, trabajos de investigación y el asesoramiento de especialistas”.

La presencia de los africanos y castas en nuestra Córdoba, la encontramos no sólo en la mano de obra de las estancias jesuíticas, sino en todos los conventos y casas particulares.

Su legado cultural está inserto en nuestra memoria colectiva y profundamente arraigado en nuestro lenguaje, nuestra música y costumbres gastronómicas; son parte fundamental de la identidad cordobesa, que sufrió durante décadas un proceso estructural de “emblanquecimiento / invisibilización”, al igual que en todo el país.

Por otra parte el Grupo Córdoba Ruta del Esclavo se propone desarrollar contenidos pedagógicos, educativos acerca de la esclavitud, promoviendo prácticas reflexivas hacia la construcción de nuevas identidades. Éste grupo cuenta en su portal con una importante reseña sobre bibliografía a consultar relacionada a todo lo Afro en Córdoba y en el resto del país.

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