GENEALOGÍA E HISTORIA / EL GENERAL JOSÉ DE SAN MARTÍN EN EL RECUERDO

Nace nuestro general José de San Martín, para honra y gloria de la patria, en Yapeyú el 25 de febrero de 1778. Fueron sus padres, don Juan de San Martín, español, nacido en Cervatos de la Cueza (Castilla la Vieja) en el año 1728.

Cervatos de la Cueza es un municipio de España en la provincia de Palencia, y es una comunidad autónoma de Castilla y León; en la iglesia de San Miguel se casaron los abuelos del general, Andrés de San Martín e Isidora Gómez en el año 1726. En la misma iglesia fue bautizado su padre Juan de San Martín en 1728. La plaza del pueblo se denomina República Argentina.

Siguiendo con la genealogía del general, diremos que en el año 1738 se produce el nacimiento de su madre, doña Gregoria Matorras, en Paredes de Nava (Castilla la Vieja), hija de don Domingo Matorras y de doña María del Ser. El casamiento de Juan de San Martín y Gregoria Matorras se realizó por poder, pues doña Gregoria debía viajar a Buenos Aires con su primo Jerónimo.

En 1774 don Juan regentea los pueblos de Misiones y se instala con el cargo de teniente gobernador en el sitio de Yapeyú, donde en 1778, un 25 de febrero nace nuestro héroe. Ulteriormente don Juan traslada la familia a la ciudad de Buenos Aires en 1781, para posteriormente volver a trasladarla en 1783 a España en la fragata Santa Balbina.

Recién en el año 1786 ingresa en el Seminario de Nobles de Madrid donde se educaban los nobles del reino, y donde se impartía la enseñanza de matemática, ciencias naturales, geografía, latín, francés, retórica, música, dibujo, esgrima y baile.

La instalación como educando en este colegio, le correspondía por pertenecer a una familia hidalga.

Su iniciación en la carrera militar la realiza un 1° de julio del año 1789 incorporándose como cadete al Regimiento de Murcia, para intervenir tiempo después en la lucha entre moros y españoles. Sobrevendrían pronto distintos episodios de guerra, hasta que en 1804 le otorgan el grado de capitán segundo de infantería ligera, para luego ser ascendido al grado de capitán del Regimiento de Borbón.

Durante las jornadas de 1810 San Martín estaba aún en España como ayudante de campo del marqués de Compigní, y en 1812 estando en Londres se embarca en la fragata George Canning con destino al Río de la Plata, siendo sus compañeros de viaje Carlos de Alvear, Francisco Chilbert, Matías Zapiola, Francisco Vera, Antonio Orellano y el Barón Eduardo de Holmberg. Recién el 12 de marzo del mismo año le es concedido el grado de teniente coronel de caballería con el encargo de formar el Regimiento de Granaderos a caballo. Su matrimonio se realiza con doña Remedios de Escalada un 12 de setiembre del mismo año de 1812 en la catedral de Buenos Aires.

Luego sobrevendrían distintos incidentes tanto de guerra como políticos por todos conocidos, los cuales obviaremos para relatar sus últimos días, sus mandas para después de su muerte y las máximas que dejara a su hija Mercedes.

En 1823, luego de su exilio en Francia, regresa a Buenos Aires para reunirse con su esposa e hija; Mercedes de Escalada estaba ya muy enferma, de modo que, después de enterrarla y palpando las fuertes tensiones políticas que se acrecentaban entre unitarios y federales decide exiliarse definitivamente en Europa. Luego de recorrer distintos países recala en el pequeño poblado francés de Boulogne –Sur- Mer, donde fallece.

TESTAMENTO DEL GENERAL

En el nombre de Dios Todopoderoso, a quien reconozco como Hacedor del Universo: Digo yo, José de San Martín, Generalísimo de la República del Perú y fundador de su libertad, Capitán General de la de Chile y Brigadier General de la Confederación Argentina que, visto el mal estado de mi salud, declaro por el presente testamento lo siguiente:

1o. Dejo por mi absoluta heredera de mis bienes habidos y por haber, a mi única hija, Mercedes de San Martín, actualmente casada con Mariano Balcarce.

2o. Es mi expresa voluntad el que mi hija suministre a mi hermana María Helena, una pensión de mil francos anuales y, a su fallecimiento, se continúe pagando a su hija Petronila, una de doscientos cincuenta hasta su muerte, sin que para asegurar este don que hago a mi hermana y sobrina, sea necesaria otra hipoteca que la confianza que me asiste, de que mi hija y sus herederos cumplirán religiosamente ésta, mi voluntad.

3o. El sable que me ha acompañado en toda la guerra de la independencia de la América del Sud, le será entregado al General de la República Argentina, Don Juan Manuel de Rosas, como una prueba de la satisfacción que como argentino he tenido, al ver la firmeza con que ha sostenido el honor de la República contra las injustas pretensiones de los extranjeros que trataron de humillarla.

4o. Prohíbo el que se me haga ningún género de funeral y, desde el lugar en que falleciere, se me conducirá directamente al cementerio sin ningún acompañamiento, pero sí desearía el que mi corazón fuese depositado en el de Buenos Aires.

5o. Declaro no deber ni haber jamás debido nada a nadie.

6o. Aunque es verdad que todos mis anhelos no han tenido otro objeto que el bien de mi hija amada, debo confesar que la honrada conducta de ésta y el constante cariño y esmero que siempre me ha manifestado, han recompensado con usura todos mis esmeros haciendo mi vejez feliz, y le ruego continúe con el mismo cuidado y contracción la educación de sus hijas (a las que abrazo con todo mi corazón), si es que, a su vez, quiere tener la misma feliz suerte que yo he tenido. Igual encargo hago a su esposo, cuya honradez y hombría de bien no ha desmentido la opinión que había formado de él, lo que me garantiza continuará haciendo la felicidad de mi hija y nietas.

7o. Todo otro testamento o disposición anterior al presente queda nulo y sin ningún valor.

Hecho en París, a veintitrés de enero del año mil ochocientos cuarenta y cuatro y escrito, todo él, de mi puño y letra. José de San Martín


ARTÍCULO ADICIONAL
Es mi voluntad el que el estandarte que el bravo español Don Francisco Pizarro tremoló en la conquista del Perú, sea devuelto a esta república (a pesar de ser una propiedad mía), siempre que sus gobiernos hayan realizado las recompensas y honores con que me honró su primer Congreso.

José de San Martín
Es copia del original, que queda depositado en el archivo de esta Legación. París, 28 de septiembre de 1850. – Mariano Balcarce.

REPERCUSIONES POR SU MUERTE EN PARÍS

Los restos mortales del Gran Capitán, descansarían en la ciudad de París, hasta tanto se cumplieran las mandas establecidas por el propio general. Para poder esperar a que esto se cumpliera, debió ser embalsamado y colocado en dos ataúdes de plomo, otro de abeto, y por último otro de roble. Leído el testamento, no se interpretó cabalmente cuando se refería al corazón, habiéndose interpretado como “cenizas”, por lo cual fue preparado para un traslado ulterior. Fue embalsamado con una inyección de arsénico y depositado transitoriamente en una cripta en la iglesia de Notre Dame, pero ya en noviembre de 1850, el gobierno de la Confederación disponía trasladar los restos por su cuenta. En Lima, se desarrollaron funerales en la iglesia catedral de la ciudad.

La inyección de arsénico que se utilizaba en aquel momento era para mantener incorrupto el cuerpo hasta tanto se cumplieran las mandas dejadas por el general.

En noviembre de 1861, el matrimonio de su hija Mercedes con Mariano Balcarce, fijó su residencia a 20 km de París, en consecuencia, los restos fueron retirados de Notre Dame hasta el cementerio de Brunoy. No pudo cumplirse lo de “corazón” ni su descanso al lado de la esposa, como tampoco lo del funeral, pues al llegar a Buenos Aires, fue conducido en procesión en un catafalco hasta la iglesia Catedral en medio de una ceremonia pomposa, contradiciendo sus deseos, a contramano de su natural modestia.

Las referidas mandas en realidad tardaron en concretarse por disímiles motivos que no tratamos en esta nota.

Finalmente, sus restos fueron repatriados en el año 1880 luego que se conformara una comisión en el año 1877, presidida por el presidente Nicolás Avellaneda.

Estas líneas constituyen una breve y ejemplar recordación de nuestro arquetipo, libertador de tres países, Argentina, Chile y Perú, a la que sus pueblos agradecen desde el más puro de sus sentimientos.

DOCE MÁXIMAS A MERCEDES (Siempre vigentes)

1- Humanizar el carácter y hacerlo sensible aún con los insectos que nos perjudican. Stern ha dicho a una Mosca abriéndole la ventana para que saliese: “Anda, pobre Animal, el Mundo es demasiado grande para nosotros dos.”

2- Inspirarla amor a la verdad y odio a la mentira.

3- Inspirarla gran Confianza y Amistad, pero uniendo el respeto.

­4- Estimular en Mercedes la Caridad con los Pobres.

5- Respeto sobre la propiedad ajena.

6- Acostumbrarla a guardar un Secreto.

7- Inspirarla sentimientos de indulgencia hacia todas las Religiones.

8- Dulzura con los Criados, Pobres y Viejos.

9- Que hable poco y lo preciso.

10- Acostumbrarla a estar formal en la Mesa.

11- Amor al Aseo y desprecio al Lujo.

12- Inspirarla amor por la Patria y por la Libertad.

AMÉN


  • Fuente: El Intransigente (Buenos Aires)
  • Autor: Ricardo Mena-Martínez Castro
  • Fecha: 16/08/2020
  • Nota A20

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