LA CIUDAD DE CÓRDOBA Y SU GENTE EN 1813

Los datos del censo del año 1813 permitieron dilucidar las características de la población de la provincia –y en particular de la capital– a escasos años de la Revolución de Mayo de 1810.

La ciudad tenía las 72 manzanas originales de la fundación, distribuidas en 12 cuarteles en donde vivían más de 8.500 personas.

La ciudad limitaba al sur con los llamados Altos (hoy Nueva Córdoba) y al norte con lo que hoy sería la calle Santa Rosa. Hacia el oeste, con la Cañada; y hacia el este, con el río Primero.

La gente vivía en sus hogares y el 3,4 por ciento lo hacía en monasterios y conventos. Las residencias de elite se distribuían mayoritariamente al norte de la plaza, aunque no eran los únicos que vivían en esas zonas.

La principal actividad económica de la época era el comercio, ya que Córdoba era un paso obligado para viajeros que venían desde diferentes ciudades del Virreinato del Perú hacia el Puerto de Buenos Aires.

Uno de los primeros datos que llama la atención de la Córdoba de aquella época era la proliferación de mujeres, eran 5.165 (el 61 por ciento) contra 3.289 hombres (39 por ciento).

Se suponen causas diversas y concurrentes para semejante defasaje: el reclutamiento de varones para los ejércitos patrios, el ocultamiento para no ser enganchados y las migraciones, entre otras razones.

La población considerada adulta en la época eran los mayores de 12 años y correspondían a más del 70 por ciento de la población total.

Según su estado civil, se pudo determinar que la mayor parte de la población era soltera (38 por ciento), a la que le seguían niños de 0 a 11 años (28,8 por ciento), luego los casados (24,7 por ciento) y por último los viudos (7,9 por ciento). La cifra específica de mujeres solteras “españolas” era del más del 50 por ciento.

Cuando se analizó la figura del jefe/a de hogar, se comprobó que el 65,1 por ciento de ellos fueron españoles/as y que más de la mitad de ellos –51,7– por ciento eran mujeres. El resto –48,3 por ciento– eran varones de todas las clases y condiciones.

Oficios

Los oficios de los varones esclavos eran mayoritariamente zapateros, sirvientes y, en menor cantidad, sastres, albañiles, peones y labradores.

En cuanto a los oficios de los varones españoles, se destacaba el de comerciante, seguido por un menor número de labrador, matancero y carnicero. A ellos le seguían los carpinteros, militares y soldados.

En cuanto a los varones libres, la mayor parte de ellos eran zapateros y algunos otros labradores o peones.

En caso de las mujeres era diferente. La profesión más común –y la predominante– era la de costurera (el 51 por ciento de las mujeres lo era). Este oficio declarado atravesaba todas las clases sociales y condiciones y se puede estimar que correspondía a lo que hoy se denomina “ama de casa”.

En la época había personas que se ganaban la vida con otras actividades tales como plateros (artesanos de la plata), herreros, barberos y panaderos.

También se dice que hubo quienes se anotaron como músicos, ya que Córdoba era un importante polo cultural en la región. También había peineros (fabricantes de peines para el aseo o para peinar la lana) y talabarteros (profesión que aún persiste).

  • Fuente: La Voz del Interior (Córdoba)
  • Autor: María del Carmen Ferreyra (Historiadora)
  • Infograma: La Voz del Interior
  • Fecha: 22/09/2013
  • Nota C3

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