TRECE MILLONES DE PERSONAS FORMAN EL ÁRBOL GENEALÓGICO MÁS GRANDE DEL MUNDO
Desvela cuánto importan los genes a la hora de vivir más años y cuándo se dejaron de casar los primos.
Un grupo de científicos de la Universidad de Columbia han analizado 86 millones de perfiles públicos de genealogía de la plataforma colaborativa digital Geni.com para dibujar el árbol familiar más grande del mundo, que contiene datos fiables de 13 millones de personas.
Los investigadores utilizaron una teoría matemática de gráficos para limpiar y organizar los datos de la plataforma. Lo que surgió fue un solo árbol que abarca un promedio de 11 generaciones y detalla cuándo y dónde nació y murió cada persona.
Teóricamente, tendrían que retroceder otras 65 generaciones para converger en un ancestro común y completar el árbol.
El equipo de investigadores ha publicado sus conclusiones en la revista Science, ya que ofrecen nuevos datos sobre matrimonios, costumbres sexuales y migración en el mundo occidental (el 85% de Europa y América del Norte) de los últimos 500 años, y el papel de los genes en la longevidad.
Abarca un promedio de 11 generaciones, aunque tendría que retroceder otras 65 para converger en un ancestro común y completar el árbol.
“A través del arduo trabajo de muchos genealogistas con curiosidad sobre su historia familiar, colaboramos en un enorme árbol genealógico y se nos ocurrió algo único”, explica el autor principal del estudio, Yaniv Erlich, científico informático de Columbia.
“Esperamos que este conjunto de datos pueda ser útil para los científicos que investigan una variedad de otros temas”, añade el también director científico de MyHeritage, una compañía de pruebas de ADN y genealogía propietaria de Geni.com.
Para vivir más años, las decisiones vitales influyen más que la genética
Para desentrañar el papel de la naturaleza y la longevidad, construyeron un modelo genético y lo entrenaron en datos de tres millones de parientes nacidos entre 1600 y 1910 que superaron los 30 años. Excluyeron de los resultados a los gemelos, los que murieron en las grandes guerras de ese periodo o en un desastre natural (inferido si los parientes murieron dentro de una diferencia de 10 días).
Compararon la vida de cada individuo con la de sus parientes y su grado de separación y encontraron que los genes explicaron aproximadamente el 16% de la variación de la longevidad en sus datos, en el extremo inferior de las estimaciones previas que oscilaron entre el 15 y el 30%.
“Los resultados indican que los buenos genes de la longevidad pueden extender la vida de una persona en un promedio de cinco años. Eso no es mucho. Fumar resta 10 años de vida, según otros estudios. Eso significa que algunas elecciones de vida podrían importar mucho más que la genética”, apunta Erlich.
Los buenos genes pueden extender la vida un promedio de cinco años. Eso no es mucho. Fumar resta 10 años de vida.
Yaniv Erlich, principal autor del estudio
El estudio muestra que el vínculo entre genética y longevidad es lineal: los genes que influyen en vivir más años actúan independientemente en vez de interactuar entre sí, un fenómeno llamado epistasis que emplean algunos para explicar por qué los estudios a gran escala no han encontrado los genes que codifican rasgos complejos como la inteligencia o la longevidad.
La investigación está disponible para la investigación académica a través de FamiLinx.org, un sitio web creado por Erlich y sus colegas. Aunque los datos son anónimos, quien tenga curiosidad puede consultar a Geni.com para ver si un miembro de la familia puede haberlos agregado allí. Si es así, existe una buena posibilidad de que puedan haber llegado al árbol genealógico de 13 millones de personas.
Los matrimonios entre primos, mal vistos a mediados del siglo XIX
Otros hallazgos curiosos del estudio son:
Las mujeres en Europa y América del Norte han emigrado más que los hombres en los últimos 300 años, pero cuando los hombres migraron, viajaron significativamente más lejos en promedio.
Antes de 1750, la mayoría de los estadounidenses encontraron un cónyuge dentro de los 10 kilómetros del lugar donde nacieron, pero para los nacidos en 1950, esa distancia se había extendido a cerca de 100 kilómetros, hallaron los investigadores. “Se hizo más difícil encontrar el amor de tu vida”, bromea Erlich.
Antes de 1850, casarse dentro de la familia era común con alguien que, en promedio, era un primo cuarto, en vez de los primos séptimos de hoy. La investigación propone que el rechazo de familiares cercanos como pareja ocurrió por cambios en las normas sociales, no por un aumento de la movilidad.
Entre 1800 y 1850 la gente viajó más que nunca para encontrar un compañero, casi 19 kilómetros en promedio, pero tenían más probabilidades de casarse con un primo cuarto o más cercano que una persona de la actualidad.
La investigación traslada las búsquedas de historias familiares de obituarios de periódicos y archivos de la iglesia a la era digital, haciendo posible las investigaciones a nivel de población y superponer otros conjuntos de datos para estudiar un rango de tendencias socio económicas a escala.
- Fuente: Huffpost – Europa Press
- Imagen: Pixabay
- Fecha: 14/03/2018
- Nota I2