CONSTELACIONES FAMILIARES / CAMBIA LA MIRADA PARA SANAR LAS HERIDAS DE LA GENEALOGÍA

Amadas, tomadas con escepticismo o ignoradas, las constelaciones del sistema familiar se van posicionando para encontrar respuestas.

Mendoza. Una de las elecciones de una persona cuando intenta encontrar respuestas a los problemas su vida gira en torno a una práctica llamada Constelaciones Familiares que, según quienes alguna vez lo hicieron, tiene efectos que superan las expectativas. Por ese motivo nos adentramos en este tema con el objeto de indagar y conocer en qué consiste esta metodología cada vez más extendida.

Cecilia Anastasi, una de las socias fundadoras del Centro Blume de formación para consteladores, nos explica que una constelación consiste en “una herramienta que nos permite abrir el sistema familiar de quien consulta, con el propósito de que pueda mirar su problema o cómo ese problema está enlazado con las dinámicas familiares”.

Pero antes debemos describir el concepto de sistema familiar, ya que para los consteladores, éste es mucho más amplio de lo que la consanguinidad y el ADN establecen. “Está conformado por los padres, hermanos, abuelos, bisabuelos, los niños nacidos pero también los no nacidos” y en ese sentido, se extiende aún más, ya que según explica Anastasi: “Incluso parte del sistema familiar son aquellas personas que han ofrecido a la familia algo muy especial que le haya permitido al otro tener la vida, las parejas anteriores de nuestros padres, que en un momento se corrieron y le dieron la oportunidad a nuestros papás de conocerse dando como resultado que nosotros recibiéramos la vida”, lo que le daría una nueva configuración al concepto tradicional de familia y por consiguiente, a la visión que cada uno tiene de su familia. Y es allí donde comienza el trabajo.

En cuanto a qué es una constelación y qué ocurre durante una sesión, Santiago Perini, constelador y terapeuta transpersonal, explica que: “Es usar representantes o elementos para escenificar un problema. Aclarando no es psicodrama sin guión establecido por los representantes” para representar en un espacio externo, una situación interna que puede ser un problema o un síntoma, como una enfermedad.

En este sentido se explaya, relacionando el sistema familiar con lo que Rupert Sheldrake -biólogo- establece como conciencia colectiva en animales y que se puede traspolar a un árbol genealógico: “es una consciencia que incluye a todos los que pertenecen a esa familia, pero es más que la suma de las partes, así como una familia es más que la suma de los integrantes (son los integrantes, más el amor que los une, las costumbres, los valores, las experiencias compartidas, etc.) o una pareja es más que la suma de dos personas”, manifiesta.

Pero volviendo a qué es constelar, Cecilia Anastasi explica que cuando la persona va con una consulta o un problema “puede ir encontrando distintos niveles de transformación a medida que el consultante va descubriendo cuál es el lugar que él tiene y ha tenido dentro de la familia, también el lugar que cada uno de los integrantes ha tenido hasta el momento. Digo ‘ha tenido hasta el momento’ porque una constelación siempre va a permitir que esos lugares se transformen”. Es decir, que en la constelación la persona termina estableciendo qué lugar le corresponde en su familia, de acuerdo a variables que pueden haber estado ocultas, negadas o desechadas. Y esto de por sí implica toda una transformación en la mirada hacia sí mismo y hacia su grupo familiar.

En cuanto a la pregunta de para qué sirve constelar, Anastasi explica que “sirve para descubrir los lazos que subyacen en esa familia y también las fuerzas que se han ido desplegando generación tras generación. Nos permite recobrar lo perdido, ocultado, desechado. Sirve para darle lugar a lo que no pudo tener lugar antes”. En este sentido, algo relacionado con eso puede haber causado un gran dolor a la familia y por ende, cada integrante lo ‘filtró’ para poder continuar con su vida. Sin embargo con el tiempo esos conflictos y dolores emergen en forma de problemas o enfermedades. “Así que cada síntoma o problema que la persona quiera constelar es un gran portal de oportunidades para sanar”, explica la especialista.

Consultada acerca de aquellas personas que son escépticas con este tipo de actividades, Cecilia reconoce que “es un método fenomenológico, y va a prestarse para que mucha gente diga que es un engaño o que no tiene ningún fundamento y eso está bien, porque sirve para que esa gente se acerque, pregunte y opine y nos ponga a los que trabajamos en constelaciones en la situación de afinar los fundamentos de nuestro propio trabajo e inclusive nuestro acompañamiento en una persona que necesita sanar un dolor”.

Y reflexiona con respecto a la tarea de los consteladores “tienen una responsabilidad muy grande, y la conciencia de que su trabajo es acompañar a alguien con un compromiso permanente de revisión”. 

En ese sentido y completando la idea acerca de la formación del constelador, Santiago Perini agrega: “existe el Centro Latinoamericano en Buenos Aires que tiene subsedes en el interior. En Mendoza está el centro Blume. Y para la formación son 3 años de estudio, más el trabajo de campo para ser constelador certificado”, concluye.

  • Fuente: Diario Los Andes (Mendoza)
  • Autor: Carina Bruzzone
  • Fecha: 01/03/2020
  • Nota A13

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