COLONIA TIROLESA CUMPLE 130 AÑOS / LA HISTORIA DE LAS FAMILIAS QUE FUNDARON DOS PUEBLOS EN 15 AÑOS

Salieron de Europa en 1875 y se afincaron en Brasil, donde iniciaron Nova Trento. Pero una peste en el agua los obligó a partir. Estuvieron dos años en Sinsacate, hasta que compraron “El Martillo”, un campo de 500 hectáreas, un 18 de octubre de 1891.

Corría el año 1875 y en Europa, como en tantos otros lugares del mundo, la vida se hacía muy difícil.

Por aquellos años se vivían graves conflictos armados y las consecuencias eran nefastas para toda la sociedad. Finalmente esta situación resultó insostenible para muchos.

Por ello, gran cantidad de esos habitantes decidieron partir buscando otros horizontes que les permitieran vislumbrar un futuro mejor.

El grupo de inmigrantes que años después vendrían a colonizar nuestras tierras vivían en un pueblo llamado Calliano, situado al norte de Italia, en la región del Trentino Alto Adige, en lo que hoy es la Provincia Autónoma de Trento.

Calliano tenía en su historia tristes acontecimientos que recordarían por siempre, como la batalla campal del 10 de agosto de 1487 entre Venecia y el ejército trentinotirolés y la dura contienda de noviembre de 1796, cuando un general francés invadía el Trentino, hechos que con los años dejarían huellas imborrables.

La economía de este pueblo se concentraba en grandes propiedades de la nobleza y empresas privadas favorecidas por la actividad de un pequeño puerto sobre el río Adige.

Pero la riqueza, como se sabe, es de pocos y algunas familias prefirieron emigrar al Brasil en busca de un bienestar que la tierra de sus padres no les daba.

Este fenómeno fue notable desde el año 1870 hasta el 1880.

La familia que decidió partir a Sudamérica estaba conformada por el patriarca del grupo, Francisco Conci, casado con Maria Aztegher y sus hijos, Adamo, casado con Giudita Voltolini; Abraham, casado con Giovanna Cecato; Isaac, casado con Virginia Battisti; José, casado con Oliva Tamanini; Joaquín, casado con Dominga Boni; Basilio, casado con Anunciata Cecato; Enrique, casado con Celinda Martinelli; Romano, soltero; Francisca, casada con Francisco Cecato; Romana, casada con Pedro Monasterolo; además de ellos, dos hijas del matrimonio Conci-Aztegher (Eva y María Luisa) mueren en Italia.

La nueva aventura era la esperanza de una nueva vida, pero con el dolor de no volver a ver el paisaje de su pueblo: áridas montañas, los castillos de Beseno y de la Pietra, pertenecientes a la nobleza del norte italiano, el río Cavallo y el río Adige, en las orillas de la ciudad.

Partieron todos el primer domingo de octubre de 1875 desde el puerto de Hauvre (se cree que podría ser un puerto austriaco o alemán) en un barco llamado Vapor San Martín.

Luego de atravesar el Océano Atlántico durante tres meses en pésimas condiciones, hacinados, con el riesgo permanente de contraer enfermedades y no poder llegar a las nuevas tierras, arribaron a las costas de Río de Janeiro, en Brasil, el 5 de enero de 1876, dirigiéndose luego al Estado de Santa Catarina, donde comenzaron a trabajar principalmente en los aserraderos de la zona.

Allí, unidos con otros contingentes de inmigrantes italianos que continuaban llegando desde Europa, fundaron una colonia que llevaría por nombre Nova Trento; ellos querían expresar el deseo de no olvidar jamás su tierra, sus raíces y sus costumbres.

Pero los años pasaban y las condiciones de vida no eran las mejores. Tenían dificultades para comunicarse debido al idioma, estaban expuestos a padecimientos provocados por los escasos recursos con los que contaban.

Rodolfo Conci relata:

“Resulta que en Brasil, en el año 1888 (…) hubo una peste, una epidemia en Nova Trento, creo que era por el agua, entonces la Colonia Blumenao socorrió a Nova Trento, pero la mitad se vinieron y la mitad se quedaron (…).

En tanto José Cernotti comentaba:

“En Brasil contraían muchas enfermedades, por el contacto con el agua, entonces vendieron todo y se vinieron a la Argentina.”

Esa fue una razón más que importante para decidir partir… nuevamente.

Aprovechando que el fruto del intenso trabajo les había permitido conseguir su primera capitalización, tomaron la drástica decisión de vender lo que poseían y embarcarse rumbo a la Argentina.

Llegaron a Córdoba en el año 1889 y se dirigieron a la localidad de Jesús María, donde son contratados por el señor Baldomero Llerena para emplearlos en la Estancia La Virginia, ubicada en Sinsacate, Departamento Totoral.

Allí se dedican principalmente al desmonte, a alambrar campos y trabajar en los viñedos.

“(…) Entonces llegaron los Conci y se fueron a Jesús María, les habían prometido unos campos para que formaran la quinta en la estancia y el capataz de la estancia los quería tener de peones, que cuidaran la hacienda, estuvieron como dos años ahí, pero se llevaban muy mal con el capataz (…)”, recuerda Rodolfo.

En el año 1981, el señor Tristán Almada compra unos campos que pertenecían al predio de la ex Estancia de la Caroya; inmediatamente decide ponerlos en venta con el fin de colonizar estos dominios, para ello ofrece estas tierras en periódicos de la ciudad de Córdoba.

Ese mismo año, Tristán Almada les vende a este grupo de inmigrantes trentinos una parte de esas tierras situadas entre Córdoba y Colonia Caroya; eran 500 hectáreas ubicadas en una zona denominada El Martillo.

Rodolfo: “(…) porque un tal Tristán Almada le ofreció los campos El Martillo, era un martillo hasta la iglesita, entonces mi papá que se llamaba Enrique Conci, como era el más joven, era el más corajudo, la abuela y el abuelo lo mandaron urgente a mi papá a recorrer los campos a ver cómo eran; entonces va, llega hasta Juárez Celman y Don Emeterio Galdeano le presta un caballo con silla, con apero, con todo. Buscando el campo El Martillo se encuentra con Edelmiro Fernández y le dice que por ahí había un gringo haciendo un alambrado y resultó ser Don Domingo Lauret. Entonces conversaron mucho bajo un algarrobo los dos, estaba haciendo el alambrado en la Estancia de Castellanos y entonces mi papá con el caballo cruzó por ahí y se desvi, saliendo al Martillo, al “Bajo” y se metió para adentro y recorrió todo el campo. Y mi papá se volvió rápido, creo que demoraron dos días para venir desde allá, hasta que alquilaron en Caroya dos o tres chatas” para desembarcar en el nuevo lugar.

El boleto de compraventa se formalizo e 18 de Octubre de 1891, tomando posesión de sus tierras los adquirientes de inmediato.

Rodolfo: “(…) después mi papá se quería ir porque el tío Basilio y tres Conci se querían ir a Esperanza, porque le habían ofrecido 3.000 hectáreas de campo por $ 3.000. Pero desistieron”.

Los primeros años fueron muy duros, tenían que comenzar de nuevo, pero esta vez era grande la ventaja de trabajar sobre sus propias tierras y gracias al incansable espíritu y el gran deseo de progresar que tenían estos colonos trentinos fundaron Colonia Tirolesa.

Rodolfo: “Y a la Colonia le iban a poner Colonia El Trentino pero resulta que le cambiaron el nombre porque le habían puesto una identificación parecida en Brasil, Nova Trento. Para que no hubiera confusión se pusieron todos de acuerdo y le pusieron Colonia Tirolesa porque la zona donde vivían en Italia se llamaba el Tirol.”

Constantemente dedicados al trabajo, sólo lo abandonaban para el descanso necesario o para asistir a misa y a reuniones o fiestas patrias, propias o argentinas.

Colonia Tirolesa comenzó a dar sus primeros pasos en la historia con la llegada de estos inmigrantes italianos en el año 1891.

En aquella época las familias Conci, Cecato y Monasterolo, quienes vinieron a poblar “El Martillo”, no contaban con grandes infraestructuras, pero lentamente comenzaron a desandar los caminos del desarrollo.

Cuando llegaron a los campos que habían adquirido, el paisaje que los rodeaba era totalmente agreste: un espeso monte poblado de talas, piquillines, algarrobos, espinillos, chañares; había zorros, pumas, corzuelas, vizcachas, perdices, martinetas, etc.

De inmediato comenzaron a desmontar estos predios para poder construir un espacio que diera albergue a toda la familia, que desde su llegada a Brasil había recibido a muchos integrantes más.

Lo primero que consiguieron alzar fueron ranchos con paredes de adobe y techos de paja, cavaron en la tierra haciendo represas para poder recolectar agua.

Todo a su alrededor hacía la vida muy sacrificada, pero aquellos “gringos” nunca se dieron por vencidos, trabajaban todos, hombres, mujeres y niños, eran muy unidos y cuando uno proyectaba construir algo, todos contribuían y finalmente el beneficio era para la familia completa.

Fuente: Libro “Historias populares cordobesas – Colonia Tirolesa”, de Nancy Montibeler y Valeria Orecchia. Año 2005. 


  • Fuente: FM Comunicar (Colonia Caroya – Provincia de Córdoba)
  • Autor: Ariel Roggio
  • Fecha: 18/10/2021
  • Nota C26
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